jueves, 23 de junio de 2016

NO ERES LO QUE DICES, ERES LO QUE HACES.

El deporte empieza a ser un sueño de niño, te piensas que te va a solucionar la vida, que esto es lo mejor, que somos superdeportistas, que somos un ejemplo, y al final te das cuenta que has empleado toda tu vida luchando por un sueño de algo que no existía y te das cuenta de la realidad de la vida.
Esta sociedad ha creado un vínculo hacia lo fácil de las cosas, aclaman a deportistas multimillonarios como dioses porque la humanidad es así por naturaleza, hay otros deportes y deportistas arrastrándose por las carreteras con superación y dedicación que superan el límite del esfuerzo para “ganarse” el pan en este mundo lleno de marketing donde siempre hay gente poderosa o adinerada que creen estar por encima del bien y del mal, manchando la imagen de todos los que hemos empleado gran parte de nuestra infancia y nuestra vida en ello.
Pienses lo que pienses, el deporte nos habrá defraudado en muchas facetas, pero también nos ha enseñado lo que es el compañerismo, el esfuerzo de las cosas, lo que cuesta conseguir metas, nos ha hecho conocer lo mejor y lo peor de las personas, hemos viajado, reído, llorado, hemos VIVIDO, porque no me importa si existe o no vida tras la muerte, lo que sí me importa es si realmente existe vida antes de la muerte, donde habremos hemos hecho algo por lo que un día contaremos a nuestros hijos y nietos, en esas tardes de verano que uno recordará sentado en el banco de algún parque cuando nuestras piernas sólo nos sirvan para ir y venir a casa andando despacio. 
 En la conciencia de cada uno quedará lo hecho, lo que ha dado de sí y por qué lo recordarán cuando su nombre aparezca en el historial de grandes pruebas, en ese gran tiempo VIVIDO Y EMPLEADO EN SU VIDA.